Queridos ChicoRAErs:
Sabemos que el tema de hoy puede levantar ampollas. Por eso, queremos dejar claro desde el principio y sin ambages que apoyamos como los que más las reivindicaciones del día de hoy, y que la igualdad entre mujeres y hombres no es solamente deseable sino necesaria en todos los ámbitos, incluido el lenguaje. No obstante, y ya desde aquí oímos afilar cuchillos y tensar arcos, desde este pequeño rinconcito que es nuestro ámbito de especialidad, tenemos que levantar la mano y decir que no a ciertas tendencias que empobrecen nuestra lengua escrita y nos hacen llorar un poco. Parafraseando a un tuitero de confianza, «¡Mirad, un berenjenal! Voy a meterme».
Aunque lo estéis deseando, no vamos a entrar en el desdoblamiento de «amigos y amigas», «compañeros y compañeras», «miembros y miembras». Todos conocemos, a estas alturas de la película, la posición de la RAE acerca de esta tendencia y las recomendaciones a evitarlo, salvo casos donde el contexto lo haga necesario. Las razones son varias: la economía del lenguaje, la posibilidad de caer en errores de concordancia, los fárragos perfectamente remediables. ¿Cómo defender una frase tan sexista y tan arraigada como «El perro es el mejor amigo del hombre»? ¿No se debería decir, mucho más correctamente, «Los perros y las perras son los mejores amigos y las mejores amigas de los hombres y de las mujeres»? No vamos a incidir más en ello. Somos muy jóvenes para morir lapidados justo hoy.
Sabemos que el tema de hoy puede levantar ampollas. Por eso, queremos dejar claro desde el principio y sin ambages que apoyamos como los que más las reivindicaciones del día de hoy, y que la igualdad entre mujeres y hombres no es solamente deseable sino necesaria en todos los ámbitos, incluido el lenguaje. No obstante, y ya desde aquí oímos afilar cuchillos y tensar arcos, desde este pequeño rinconcito que es nuestro ámbito de especialidad, tenemos que levantar la mano y decir que no a ciertas tendencias que empobrecen nuestra lengua escrita y nos hacen llorar un poco. Parafraseando a un tuitero de confianza, «¡Mirad, un berenjenal! Voy a meterme».
Aunque lo estéis deseando, no vamos a entrar en el desdoblamiento de «amigos y amigas», «compañeros y compañeras», «miembros y miembras». Todos conocemos, a estas alturas de la película, la posición de la RAE acerca de esta tendencia y las recomendaciones a evitarlo, salvo casos donde el contexto lo haga necesario. Las razones son varias: la economía del lenguaje, la posibilidad de caer en errores de concordancia, los fárragos perfectamente remediables. ¿Cómo defender una frase tan sexista y tan arraigada como «El perro es el mejor amigo del hombre»? ¿No se debería decir, mucho más correctamente, «Los perros y las perras son los mejores amigos y las mejores amigas de los hombres y de las mujeres»? No vamos a incidir más en ello. Somos muy jóvenes para morir lapidados justo hoy.
Lo que sí queremos, de momento, es constatar un hecho: nuestra lengua tiene dos géneros, el masculino y el femenino, ya que no hemos heredado el género neutro del latín. Pero existe otra división: el género marcado y el género no marcado. El género marcado, que en nuestra lengua coincide con el femenino, puede utilizarse únicamente para referirse a individuos pertenecientes a él: una «actriz» solo puede ser mujer. Por su parte, el género no marcado, que en español coincide con el masculino, puede abarcar a los varones pero también a las mujeres. Así, si en una oferta de empleo se busca un «abogado mercantil», sería esperable que nadie pusiera pegas si la candidata que se presentase fuese una abogada.
Ello puede ser tan discutible como queráis, pero lo que nosotros realmente venimos a condenar es el uso de construcciones artificiosas que pretenden, precisamente, hacer un desdoblamiento y al mismo tiempo economizar el lenguaje, que es una misión casi tan imposible como querer pasear por el Prado sin cruzarte con japoneses.
Así, surgen opciones que son inadmisibles desde el punto de vista lingüístico, por mucho simbolismo que encierren. Hablamos del tradicional «estimados/as amigos/as», que no entendemos muy bien cómo debemos leerlo para no parecer tartamudos; el impronunciable «vecinxs y compañerxs», que con tanta «x» pareceríamos campeones de beatboxing; o la versión internauta, que es la que más odiamos: «chic@s». Vamos a ver. Si tenemos en consideración que la arroba ni siquiera tiene valor lingüístico y que solo aparentemente en su trazo van incluidas la «o» y la «a», pero en ningún caso las sustituye, ¿cómo se supone que debemos leerlo? ¿Y cómo haríamos la concordancia en el caso del «día del niñ@», si «del» solo es válido para el niño, pero no para la niña?
Seguramente nos hayamos ganado varios enemigos en el día de hoy; por favor, entendednos bien. El machismo se puede erradicar de muchas maneras, nosotros hoy solo queríamos mostraros las formas menos deseables de hacerlo.
Excelente artículo. También me posiciono en contra de modificar el idioma de esta manera, me parece incluso que es desviar las cuestiones más importantes del movimiento feminista y su lucha por la igualdad del cumplimiento de los derechos. Tengo intenciones de leer esto en una radio local. Supongo que no tendrás problema. Gracias de antemano, te sigo leyendo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Pedro. Nos alegramos mucho de que estés de acuerdo. Por supuesto, puedes leerlo siempre que nos menciones como autores. ¡Aprovecha para recomendar nuestro blog y nuestras redes sociales! Así seguro que conseguimos llegar a más gente que puede encontrarlo interesante.
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