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Falsos mitos del diccionario

Queridos ChicoRAErs:

Hoy venimos con ganas de desmontar mitos y callar bocas. En ese orden. Está en nuestra naturaleza. Hay mucha gente que, a raíz de la polémica suscitada por la aceptación de «iros» como forma del imperativo de «ir» con pronombre enclítico, montó en cólera y culpó a la propia RAE de cargarse nuestra lengua. Ellos, que por lo visto siempre pronuncian con exquisitez esa «d» haciendo una pequeña pausa para regodearse en su melódico sonido. Y nosotros, como ChicoRAE, no podemos por menos que salir en defensa de nuestra sagrada institución, para mejor descanso de su fundador y primer director, el Marqués de Villena. Que, a todo esto, era navarro. Por accidente, pero navarro al fin y al cabo. Que no caiga este dato en saco roto.

En primer lugar, la perorata de siempre: la RAE no se dedica a inventarse reglas porque sí y prescribir que, a partir de ahora, debe decirse tal o cual palabra de de esta o de otra manera. La RAE simplemente recoge los usos que, por extendidos, han pasado a formar parte de nuestro idioma. De este modo, la RAE va siempre por detrás de la costumbre y no la impone. Simplemente, de vez en cuando, y para que esto no se convierta en un mercadillo de barrio ni se forme un desmadre de aquí te espero, debe fijar unas pautas mínimas con carácter de recomendaciones. ¿Ok? Ok. Que de verdad que a veces nos sacáis de nuestras casillas.

En segundo lugar, basta. Siempre que sale el tema, hay alguien que dice: «Sí, bueno, pero la RAE admite hasta 'cocretas'». Y el debate de siempre: que si «almóndigas», que si «toballa», que si vaya panda de catetos nos vamos a volver por culpa de la RAE. Así es que, llegados a este punto, nos complace sobremanera pedir a esas personas que se pongan un puntito en la boca y se aprovisionen de diccionarios, porque:
  • «Cocreta»: ni está ni se la espera. Esta forma no aparece por ningún lado en el diccionario. Que se lo pregunten al becario, que ha estado dos semanas leyéndoselo de cabo a rabo y no la ha encontrado. Así que, si te atacan con cualquier alegación fundada en esta supuesta voz inconcebible, puedes mandarlos a paseo de la manera más escatológica que se te ocurra.
  • «Almóndiga»: venga, va. Esta sí está en el diccionario, lo confesamos. Pero si vamos a buscarlo veremos unas advertencias como catedrales acerca de que su uso está en desuso y que es vulgar. Si está extendido, el diccionario tiene que recogerlo, pero si lo marca como vulgarismo, ¿podría defenderse que la RAE lo acepta como un uso recomendado? Ejem.
  • «Toballa»: más de lo mismo. La RAE recoge que su uso está en desuso. De momento no tenéis que poner a salvo a vuestros hijos, parece que no hay riesgo de contagio.
En cualquier caso, la creación de palabras por metátesis, que no es nada grave aunque suene a oncología avanzada, es algo tan común en nuestra lengua que hoy en día nadie se plantea que, originariamente, las formas correctas eran «crocodilo» (nada de nuestro actual «cocodrilo») o «murciégalo» («murciélago» fue vulgar en su momento). A ver si vamos a ser más catetos de lo que pensábamos...

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