Queridos ChicoRAErs:
No todo el monte es orégano, ni es oro todo lo que reluce. ¿Por qué utilizamos expresiones que no sabemos qué significan? No tenemos respuesta para ello, la verdad. Pero el caso es que de noche todos los gatos son pardos y en nuestro blog todo, o casi todo, son tildes. Vaya por delante que no es nuestra culpa. No estamos obsesionados con ellas, lo prometemos. Nosotros querríamos hablar de semántica, de fonética, de etimologías curiosas. Seríamos felices, disfrutaríamos, enseñaríamos deleitando. Pero vuestras consultas siempre giran en torno a ese minúsculo signo que nos trae a todos por la calle de la amargura. Llegarán tiempos mejores. De momento, tildes.
Y, como casi todos los temas de tildes, su origen está en la -pretendida- superioridad lingüística, que en ocasiones nos hace mirar con desdén alguna palabra diciendo: «Meh, esta debería llevar tilde». Y, queridos lectores, según los últimos datos que nos sacamos de la manga, en la mitad de los casos eso no es así. Hoy le toca el turno al pronombre demostrativo. Sí, ya sabéis. «Este», «ese», «aquel» y sus variantes femeninas y plurales. De nuevo, ¿qué nos habían enseñado en el colegio? Ahora debería sonar un eco de voces que recitasen al unísono: «Que 'este', 'ese' y 'aquel' llevan tilde si acompañan al nombre, y no la llevan en el resto de casos». Bueno, nosotros no pondríamos la mano en el fuego.
Eso fue así, no os lo vamos a negar, pero ya no es. ¿Tiene la RAE manía a las tildes? Nosotros decimos «sí». Pero es que son un engorro innecesario la mayor parte de las veces. Y, en este caso, como ocurría con la tilde de «solo», tampoco esta era una tilde diacrítica. La tilde en los demostrativos se utilizaba, efectivamente, para distinguir los determinantes («esta casa», «aquellos maravillosos años») de los pronombres («me lo dijo aquel», «esa es tu madre»). En realidad, hay muy poquitos casos en los que la ambigüedad sea tal que necesitemos de un elemento que distinga ambas palabras.
La frase, puramente de laboratorio, que se usaba como ejemplo por quienes abogaban por la tilde era la siguiente: «Juan llevaba pistola y este revólver». Ciertamente, si lo buscas, lo encuentras. Así, puedes estar diciendo que Juan llevaba la pistola y el revólver que te muestro, o puedes querer decir que Juan llevaba pistola y que este amigo suyo que te señalo llevaba un revólver. El asunto, no obstante, tiene una solución muchísimo más efectiva que la tilde proscrita: la coma elíptica. No, no tiene nada que ver con maquinaria deportiva. Es la coma que se utiliza en sustitución de alguna palabra, por lo general el verbo.
El primer caso, el del determinante demostrativo, quedaría igual: «Juan llevaba pistola y este revólver». En cambio, en el caso del amigo, el descerebrado cómplice de homicidio, que de verdad hay que ver en qué jaleos se mete la gente, bastaría con introducir una coma («Juan llevaba pistola y este, revólver») que sustituye al verbo omitido para evitar la repetición, «llevaba».
Y si esta solución no fuera posible, siempre queda la reformulación. En resumen, que no pongáis tildes, pedazo de anticuados.
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