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Coma de sujeto

Queridos ChicoRAErs:

Los que nos seguís en Instagram y veis a diario nuestros Stories ya sabíais que, tarde o temprano, os íbamos a hablar de la coma de sujeto. No hace falta ser un lince, tenemos una pequeña obsesión con el asunto. O un radar infalible que nos permite detectar la endiablada coma en cualquier publicación, eminentemente periodística (oh, casualidad), y airearla cual braga en tendedero para vergüenza de sus autores (como si nos leyesen). El caso es que cuando nosotros leemos oraciones sencillas como «El hermano de Juan, fue de excursión» no podemos evitar imaginarnos a personas que a lo mejor han movido demasiado el bigotillo y se han puesto ciegos a Phoskitos y que, como consecuencia de su obesidad patológica, pierden el resuello a mitad de la frase y necesitan hacer una pequeña pausa para coger aire antes de terminarla. Y no queréis que en nuestra cabeza os imaginemos gorditos, ¿no?

La coma de sujeto es, en la teoría, muy sencilla de entender. Hablamos de la famosa coma entre sujeto y predicado o, según un señor muy importante que murió, la malvada «coma criminal». Creo que no necesita mayor explicación, pero allá vamos. Todos tenemos en la cabeza la estructura de sujeto, verbo y predicado. Pues bien, separar el sujeto de sus amiguitos por una coma criminal es una tropelía imperdonable. Un verdadero crimen. Como el nuevo corte de pelo de Emma Watson. O como que no te acabes esa tarta de queso. ¿No te la vas a acabar, verdad? ¿Me das un poco?

La teoría, superada. Pero, en la práctica, la cosa se complica. En oraciones sencillas es muy fácil detectar la aberración lingüística: «El hermano de Juan, fue de excursión». Horror, todos estamos de acuerdo. Pero si alargamos la frase podemos empezar a perdernos: «Después de prepararse para el gran viaje, Juan, Pedro, su hermano y el chico que cuida de su perro, fueron de excursión». La frase es más larga y cuando la pronunciemos posiblemente hagamos una pequeña pausa en ese punto, pero delante del verbo hay una coma que sigue sobrando. ¿No os molesta? A nosotros un poco.

Ojo, no seamos cafres y ahora vayamos quitando automáticamente cualquier coma que veamos entre sujeto y predicado. Porque, lamentablemente, tenemos que hacer tambalear estos cimientos que acabamos de levantar. Y es que existen casos donde no solo podemos poner esta coma, sino que es obligatorio escribirla. Por ejemplo, en los casos en los que el sujeto es una enumeración que se cierra con «etcétera» o su abreviatura: «Juan, sus hermanos, sus padres, sus amigos, etcétera, fueron de excursión». En estos casos, sería necesario mantener esa coma tras «etcétera» por imperativo legal, moral y constitucional: el etcétera es un inciso. Otro ejemplo de inciso, para que quede aún más claro: «Juan, que es muy aventurero, se fue de excursión». Tenemos claro que esa coma pertenece a ese inciso que hemos colado en mitad de frase porque nos ha parecido superoportuno decir que Juan es muy aventurero, como si no nos hubiera quedado claro el día que vio Pocahontas y se metió con la canoa hinchable en la bañera.

Y, por favor, no nos las confundáis con las comas de vocativos, que están requetebién y nos encantan: «Los niños, señora, se van de excursión». No os preocupéis, sobre ellas volveremos otro día, que ahí tenemos mucha tela que cortar.

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