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«Overbooking»

Queridos ChicoRAErs:

Nos han llamado de todo. Pejigueros, melindrosos, puntillosos, tocanarices. Incluso tiquismiquis. ¡A nosotros, por favor, que somos de lo más transigente! Nos han llamado de todo y en realidad sabíamos que tarde o temprano lo haríais, pero eso no es óbice para que la primera vez siempre duela. Y, sobre todo, creemos que no os hemos dado suficientes motivos para ello, así que al menos vamos a hacer méritos.

En épocas de vacaciones y viajes (este ChicoRAE, siempre aprovechando las coyunturas, hay que ver qué apropiado, cómo hila) es habitual escuchar y leer la palabra «overbooking». Y no pasa nada. Hoy no os vamos a afear el uso de odiosos anglicismos ni a convenceros de las bondades de utilizar palabras en nuestro precioso idioma, aunque podríamos. A nosotros eso, hoy, no nos importa. Siempre y cuando, eso sí, nos la escribáis en cursiva, por lo que más queráis, que es un extranjerismo. Recordad que la cursiva es nuestra manera de señalar a un extranjerismo con el dedo como el bicho raro que es.

No, hoy los tiros no van por ahí. Hoy vamos a adentrarnos en un terreno hasta ahora inexplorado en nuestro blog: la semántica. La semántica no es más que el estudio del significado de las palabras. Lo que viene siendo un golpe de diccionario en la jeta de algún listillo. Y en el caso de «overbooking» es sangrante la cantidad de ocasiones en las que se utiliza sin venir a cuento. Solo porque queda guay. Pues aquí la guay es la RAE, ¿entendido?

«Overbooking» es la sobreventa de plazas, habitualmente en aviones pero perfectamente extensible a otros medios de transporte y ocupaciones hoteleras. Es ese maravillos momento en el que has reservado tu plaza hace meses y te dicen que sí, pero que te quedas sin tu viajecito a Tailandia que tanta ilusión te hacía. Que mira, igual te están haciendo un favor, porque en Instagram está ya muy visto. Que hay más fotos en Bangkok que en el Templo de Debod, y ya es decir. Te vas a Cuenca y tan ricamente.

Así que tened en cuenta que «overbooking» no significa nada más. Nada. Si un garito está muy lleno, está muy lleno. Si hay mucha gente por la calle, hay que ver, ¡cuánta gente hay por la calle! Podrás ciscarte en el que te ha pisado en el pie, podrás arrepentirte de haber tenido la misma idea que todo hijo de vecino, pero nunca podrás entrar en un bar y decir: «¡Madre mía, qué overbooking!». Porque no, no has reservado, no es un medio de transporte, y posiblemente nadie te haya escuchado porque la música está altísima y tu amigo ha dejado de hacerte caso hace un rato y ha empezado su particular Operación Miraditas.

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