Queridos ChicoRAErs:
Como sabéis, es un error muy frecuente utilizar el infinitivo («venir aquí») donde correspondería utilizar un imperativo («venid aquí»). Algunos, nivel pro, han llevado este error al extremo e incluso a los altares de la Historia de España, como es el caso de La Faraona y su «si me queréis, irse» en la boda de Lolita. Pero en un nivel más común no creáis que el resto de los mortales nos libramos siempre. Mirad nuestro presidente del Gobierno. No, ese no, que lo hemos cambiado. Este.
Existe una razón para que este error esté tan extendido. Y no, no es que no sepamos distinguir el infinitivo del imperativo, que no me cabe duda de que todos sabríamos definir ambos conceptos a la perfección. El problema está en el rotacismo. ¡Maldito rotacismo, cómo lo odiamos! Se trata de un fenómeno -no en el sentido de «este tío es un fenómeno» de Bertín Osborne, sino en el sentido de suceder un suceso- por el cual nuestra lengua, que es más vaga que nosotros, encuentra mucho más sencillo pronunciar la «r» que la «d» al final de una palabra. Como si fuéramos bebés, básicamente. ¿Os acordáis del vídeo del pollito? «Me acabas de llenar toro re comira». Ese niño sufre de un rotacismo galopante. La diferencia es que él tiene excusa, porque está aprendiendo a hablar, y nosotros no.
En cualquier caso, el error es mucho más sangrante, como siempre, en escritos que en lengua hablada. Pero tampoco hay que pasarse de listo, porque la mismísima RAE advierte que no hay que confundir este error con el uso del infinitivo en construcciones impersonales cuando se dan indicaciones, advertencias, recomendaciones o avisos como «No fumar», «Lavar en seco» o «Tirar de la cadena». Que ahí, si lo pensamos mejor, lo que es sangrante es tener que recordar que cuando evacuas tienes que dejar correr el agüita.
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