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Rallar / rayar

Queridos ChicoRAErs:

Somos yeístas. No, no es ninguna secta de moda ni un nuevo hábito alimenticio. Tampoco un insulto, tranquilos, que hoy estamos de buenro. El yeísmo es la pronunciación del dígrafo «ll» como si fuera una «y», de modo que no se hace ninguna diferenciación entre palabras como «valla» o «vaya». Es un asunto delicado: todos sabemos que deberían pronunciarse de manera diferente, pero a nadie le ha importado nunca un rábano. A nosotros: tampoco.

Y no importa porque es una batalla perdida y está comúnmente aceptado no hacer distinción entre un sonido y otro, hasta que: «Bua, tía, estoy superrallada por ChicoRAE, me mola mazo pero no me contesta a los directs de Insta, tía. Bua, ahora no sé si es 'superrallada' o 'superrayada'. Qué rayada, tía». Y así. Podemos concluir que la libertad del yeísmo acaba donde empiezan tus faltas de ortografía. O tus dudas. Porque tú nunca te equivocas. Solo dudas. Y ante la duda, acudes al DRAE. Y a la más generosa y turgente en bustos. Pero sobre todo al DRAE.

¿Y qué nos dice el DRAE? Que efectivamente existen dos verbos, «rallar» y «rayar», que no son ni de lejos sinónimos pero pueden generar una gran confusión. Hasta que llega ChicoRAE y os da las pautas necesarias.
  • «Rallar»: comida. En resumen. Se trata de desmenuzar algo con un rallador. Tú rallas queso porque te encanta: no te culpamos, en esto estamos en la misma página. Tu rallas zanahoria porque, bueno, pues porque es sana, ¿no? Y tú rallas coco porque... Porque... Porque quieres fastidiar algún postre echándole ralladura por encima, seguramente.
  • «Rayar»: hacer rayas, como concepto. Ya sea dibujando, tachando un texto, haciendo hendiduras en un disco o cogiendo las llaves de casa y acariciando con ternura el coche de tu vecino que te ha comido medio hueco en el garaje y no te cae especialmente bien. Además, «rayar» también se utiliza para hablar del amanecer («rayar el alba») y para cosas que se parecen o se acercan («tu actitud raya en lo patético»).
¿Y qué pasa con volverte loco? Con esas comidas de olla que tienes porque te gusta un famoso bloguero de moda que no te contesta a los mensajes. ¿Y con la gente que te toca las narices? Pues todas ellas son con «y». «No me rayes la cabeza, que no está el horno para bollos». O para tigretones.




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