Queridos ChicoRAErs: Somos muy coñazo. Y perdón por la expresión, pero es que lo somos. Unos plastas. Todos y cada uno, vosotros tampoco os libráis. Nos encanta repetirnos, disfrutamos insistiendo, nos regodeamos en decir una y otra vez lo mismo. Y un día de estos nos va a pasar factura. Porque, vamos a ver. Un discurso así, casual, improvisado. Algo que podríamos decir todos: «Disculpa, ¿podrías volver a repetírmelo?». Bien, esta frase ya de entrada debería sonarnos rara. Y no por su exquisita educación, que ya me dirás tú, a día de hoy, a las horas a las que estamos, con el sueño que tenemos porque nos quedamos viendo la Gala de OT hasta el final y con el cabreo que tenemos porque nuestra favorita era «Arde», quién de nosotros tiene la delicadeza de construir una frase completa sin caer en el cómodo y a veces tan sonoro «¿eh?». No, la razón por la que nos debería sonar rara esa frase es el número de veces que nuestro interlocutor nos ha formulado su mensaje, ese que no entendem